A la hora de invertir en un terreno, es fundamental plantearse ciertas preguntas antes de tomar una decisión: ¿Conocemos su verdadero potencial? ¿qué uso se le puede dar? ¿qué dice la normativa sobre los usos que se le pueden dar a ese terreno?
Conocer la clasificación del suelo es clave para poder resolver estas incógnitas y para determinar las oportunidades de inversión que ofrece cada terreno.
En este artículo, profundizaremos en los distintos tipos de clasificación del suelo y reflexionaremos sobre cómo entenderlos puede ayudarte a evitar problemas legales, de planificación y a identificar oportunidades.
Repasamos el concepto clasificación del suelo
En nuestro último artículo mencionamos que la clasificación consiste en categorizar un terreno en función de cómo se está utilizando ese suelo en la actualidad y de su potencial.
Hay otros aspectos que ayudan a clasificar un terreno, como por ejemplo sus condiciones físicas y técnicas. ¿El suelo es plano o montañoso? ¿el suelo es adecuado para soportar construcciones o necesita mejoras? ¿se encuentra en una zona propensa a inundaciones o se encuentra cerca de áreas protegidas?
Así pues, su potencial se calcula en función a cómo este puede ser transformado en el futuro. El desarrollo de proyectos en un terreno está sujeto a normativas locales y regulaciones de construcción. Juntos determinan la oportunidad real de inversión y el valor a largo plazo de ese suelo.
Dar respuesta a estas preguntas nos ayudará a determinar la viabilidad de desarrollar el proyecto en dicho terreno y si se le puede considerar una buena inversión a largo plazo.
La categorización de un terreno
Comprender el tipo de terreno en el que estamos dispuestos a invertir es clave para determinar el uso que se le puede dar a una parcela, así como para conocer las posibilidades que ofrece.
Dicho esto, nombraremos los distintos tipos de suelos que podemos encontrar:
Suelo urbano
El terreno cuenta con todas las infraestructuras necesarias para la vida urbana, como servicios de agua, luz, alcantarillado y pavimentación.
Para poder declarar un suelo urbano deben de cumplirse los siguientes requisitos:
- Criterio de Transformación: el terreno debe haber sido transformado para proporcionar los servicios básicos necesarios o, al menos, se deben de haber realizado las obras necesarias para hacerlo posible.
- Criterio de Ubicación: Si dicho terreno se encuentra en una zona consolidada que dispone de los servicios básico o, si de lo contrario, en una zona no consolidada en la que no se ha desarrollado un plan urbanístico concreto.
Suelo no urbanizable.
Los suelos no urbanizables son aquellos que necesitan ser preservados y que no son aptos para ser urbanizados. Dentro de esta categoría, encontramos los siguientes tipos:
- Especialmente protegidos: Terrenos sujetos a un plan general de protección. Por tanto, ese suelo no se puede utilizar de ninguna manera a ninguna actividad que pueda afectar su valor.
- Común o simple: No existe un plan general de protección y por ende, se permite algún tipo de construcción bajo regulaciones específicas.
Suelo urbanizable
El suelo urbanizable lo integran los suelos que no están en las anteriores categorías y pueden ser objeto de transformación y urbanización en un futuro.
Existen dos tipos:
- Suelo urbanizable programado o sectorizado: Son aquellos que ya tienen previsto ser urbanizados en el corto medio plazo. Estos terrenos suelen tener un planeamiento municipal y algunos servicios básicos ya previstos.
- Suelo urbanizable no programado o sectorizado. Son aquellos terrenos que se pueden urbanizar en el largo plazo y para ello se deberá de crear un plan urbanístico.
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