Uno de los aspectos más importantes a evaluar antes de tomar una decisión en la compra de bienes raíces, es la clasificación y calificación en inversión inmobiliaria.
Entender el derecho urbanístico que afecta al terreno, es fundamental para garantizar su viabilidad durante el desarrollo del activo inmobiliario en cuestión.
En este sentido, estos dos conceptos juegan un papel clave. Aunque a menudo pueden confundirse, comprender la diferencia entre estos términos te ayudará a obtener una mayor rentabilidad y a evitar problemas legales.
La importancia del terreno en una inversión inmobiliaria
El término suelo hace alusión a una porción específica del terreno que puede ser utilizada para diferentes fines. Conocer las características del suelo no solo nos ayuda a identificar sus posibilidades, también nos proporciona una base sólida para tomar decisiones estratégicas y minimizar riesgos en el ámbito de las inversiones inmobiliarias.
La naturaleza del terreno impacta directamente en la planificación del proyecto. Aquellos suelos mejor ubicados suelen tener un mayor valor y son los que permiten desarrollos más amplios y complejos, mientras que aquellos con peores características suelen presentar mayor cantidad de restricciones y desafíos.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que cada tipo de terreno está sujeto a un conjunto de normativas y regulaciones que pueden ralentizar el desarrollo del proyecto o, en el peor de los casos, detener el proyecto.
Conoce los términos clasificación y calificación
Como hemos comentado antes, conocer la clasificación y la calificación de un terreno marcará el rumbo y la planificación del proyecto. Aunque es habitual utilizarlos como términos equivalentes, cada uno tiene un significado específico y una repercusión distinta sobre tu inversión.
A continuación, abordaremos ambos conceptos:
Clasificación del suelo
Cuando se lleva a cabo una clasificación del suelo, estamos categorizando un terreno en función de su estado y su potencial.
Podemos realizar la siguiente clasificación:
- Urbano: El suelo urbano comprende aquellos terrenos que ya han sido urbanizados y cuentan con los servicios e infraestructuras necesarias para la vida urbana. Estos terrenos se consideran aptos para la edificación y la actividad urbana, y suelen estar ubicados dentro de núcleos poblacionales legalmente reconocidos.
- Urbanizable: El suelo urbanizable abarca aquellos terrenos que aún no han sido urbanizados pero que tienen el potencial para ser transformados y desarrollados, a corto, mediano o largo plazo.
- No urbanizable: El suelo no urbanizable no son aptos para urbanizar, ni para realizar actividades que comprometan su conservación. Se trata de terrenos protegidos por diversas razones, como su valor paisajístico, histórico o cultural.
Calificación del suelo
Por otro lado, la calificación determina el uso del suelo y las regulaciones sobre la edificación que se pueden aplicar en cada caso.
Estos son los usos que se le puede dar a un terreno:
- Uso General. No se identifica el uso que se le va a otorgar al suelo. Es una categorización flexible, ya que no se define un propósito específico para el terreno, permitiendo que este pueda utilizarse para diversos fines, según las necesidades e intereses de cada momento.
- Uso Específico. Hace referencia al destino final del suelo. Es muy importante porque en los últimos años, hemos visto cómo un tipo de espacio se ha convertido en otro. Como, por ejemplo, la transformación de un bajo comercial en apartamentos turísticos. Antes de llevar a cabo esos cambios, debemos de asegurarnos de que la calificación de ese suelo permita dicho uso.
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